
Trastornos de la conducta alimentaria y emociones
La imagen corporal es uno de los factores más potenciales para el desarrollo y mantenimiento de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Los modelos socioculturales que idealizan, hasta el extremo, una figura delgada y con ayuda de cirugía, generan un modelo difícil, sino imposible, de conseguir por medios naturales y con alimentación sana y equilibrada. Los adolescentes tienden a estar insatisfechos y excesivamente preocupados por su figura y peso. Su propia percepción de la imagen y satisfacción con esta, es lo que explica los comportamientos dirigidos en exclusividad a la pérdida de peso.
Uno de los factores con mayor peso que predisponen y dificultan la resistencia al cambio para la recuperación, son las «EMOCIONES», su dificultad para reconocerlas y su inadecuada regulación.
La inteligencia emocional permite controlar las emociones ya sean positivas o negativas. En las emociones negativas si se niegan o se inhiben se produce un instrumento de la excitación de algunas estructuras cerebrales y una disminución de la sensación de bienestar, y predisponen también al uso de sustancias que ayudan a manejar el malestar aséptico. Las positivas por el contrario están negativamente relacionadas con la tristeza y positivamente con estrategias de afrontamiento. Cuando estas emociones se reinterpretan y se escuchan, se incrementa la sensación de bienestar físico y psíquico.
Los profesionales de USTA (Unidad Salmantina de Trastornos Alimentarios), recomendamos hacernos dos simples preguntas para identificar las emociones ¿Qué siento?, ¿Qué síntomas tengo?. Tomate un momento y deja que baje la ansiedad, podrás pensar más claramente. El verdadero problema radica en la respuesta que des a ese sentimiento. Una vez relajado podrás expresarte de forma más controlada, tú eres el que debes gestionar todas esas emociones y no ellas a ti.
Se honesto con lo que identificas y elige el mejor momento para expresarlo y una buena forma de comunicarte.
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