
USTA: atención específica a trastornos alimentarios.
La prevalencia de los trastornos alimentarios se ve influida negativamente con la extensión del uso de las redes sociales. «Ya no tengo que salir a la calle para compararme con las chicas, con Instagram pienso que sus vidas son mucho mejores que la mía», explica María Teresa Maide, psicóloga de USTA.
A la anorexia y la bulimia, se unen el trastorno por atracón, la ortorexia (obsesión por comer sano) y la vigorexia. «A veces los casos no son como tal: es un trastorno de alimentación no específico y tiene muchas variantes escondidas de anorexia que, con el tratamiento, van saliendo a la luz. La paciente argumenta que está comiendo sano de cara a la familia» añade la experta.
El primer paso para curar una de estas enfermedades es la detección, que a veces puede tardar muchos años. «Las chicas son especialmente hábiles en esconderlo, reconocen que algo les está pasando, pero no pueden dejar de hacer esas conductas. Los síntomas más llamativos son el vómito como purga (abren el grifo, ponen la música a tope, perfuman el baño…) En la anorexia el signo más importante es esa extrema delgadez, que no siempre ocurre, pero se produce una bajada de peso brusca . Hay una restricción alimentaria, se elimina pan, bollos, bebidas con gas, alcohol…», enumera.
Los trastornos de alimentación necesitan de unos recursos específicos para tratarse. En USTA el índice de éxito es muy alto tras casi 15 años en funcionamiento.
La unidad tiene convenio con el seguro escolar y hay una parte subvencionada para estudiantes entre 14 y 28 años. En el centro cuentan con varias modalidades de tratamiento, dependiendo de la gravedad. El ingreso 24 horas en en un piso tutelado y en el hospital de día está dedicado a aquellos pacientes de fuera; en una situación de extrema gravedad (bajo peso) que hay que reconducir ; o cuando hay un descontrol de impulso donde se producen vómitos a diario. «Los padres no pueden sostener esa situación en casa porque tienen una vinculación afectiva», aclara Maide.
Durante el día tienen pautadas horas de estudio, ya que son chicas muy exigentes. También participan en talleres de autoestima, expresión emocional, terapias de grupo, sesiones individuales, talleres de empatía y habilidades sociales y de imagen corporal. «En las comidas no se puede hablar de moda, de ciertos cuerpos, de temas de comida, de sexualidad. Ellas van haciendo la suma de las calorías que llevan ingeridas: tienen el mito erróneo de que la comida se acumula en nuestro cuerpo». cuenta la psicóloga. El siguiente paso es la terapia ambulatoria en la que se proporciona una dieta y pautas día a día.
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